Igualdad, democracia y cuotas de género
Publicado originalmente en: http://www.lasillarota.com (13 de abril de 2012)
En las semanas pasada fuimos testigos(as) de los acalorados debates en torno a las cuotas de género en el poder legislativo y de las resoluciones del Tribunal Federal Electoral que, al no cumplir con el mínimo de 40% para uno de los sexos, llevaron a que varios hombres que ya habían sido postulados por sus partidos tuvieran que “dejar su espacio” para que fuera ocupado por mujeres.
Los forcejeos sobre este asunto polarizaron las opiniones, sin embargo tengo la impresión, a la mayoría de los ciudadanos(as) de México no nos quedó muy claro cuál es el germen de las diferencias.
Para aquellos (as) interesados en adentrarse más a esta temática y poder tener una opinión con más información recomiendo el trabajo de Javier Aparicio Castillo publicado por el Tribunal Electoral en año pasado bajo el título “Cuotas de género en México. Candidaturas y resultados electorales para diputaciones federales 2009”.
En este documento, el autor expone con claridad los efectos de estas medidas en las elecciones del 2009 y desde una perspectiva comparada, explica las diferencias entre la aplicación de las cuotas por mayoría relativa y las que representación proporcional (plurinominales). De hecho, el aumento del número de mujeres legisladoras se explica básicamente por los cambios en estas últimas que, en el 2009, llevaron a un incremento de la presencia de las mujeres de cuatro puntos (de 42.6% en 2006 a 48.6%). Como contraste, en las candidaturas de mayoría relativa solo aumentaron un punto porcentual (pasando de 30 a 31.3%).
Por diversas razones, el efecto en el congreso fue más bien modesto, ya que el número de diputadas únicamente aumentó de 131 a 141, lo cual se desvaneció cuando algunas de ellas pidieron licencia para dejarle su lugar a un hombre en el fenómeno conocido como las “juanitas” y que ahora se ha saldado estableciendo la obligatoriedad de que los propietarios y suplentes sean de un mismo género.
El estudio muestra cómo las cuotas de género por lo general tienen un mayor impacto en los sistemas de representación proporcional que en los mayoritarios, ya que los partidos pueden controlar la lista de candidatos(as) para cumplirlas.
Otro elemento importante a considerar es que, en la práctica es mucho más difícil asegurar las cuotas a medida en que el proceso de selección se descentraliza y los candidatos(as) son elegidos por la bases del partido.
En la realidad actual parecen convivir dos sentidos de democracia. Por un lado, es evidente que, en la medida en que las mujeres constituyen la mitad de la población y que cada vez están más preparadas, la democracia y el desarrollo humano no pueden concebirse sin la creciente participación de las mujeres en los órganos decisorios. Sin embargo, por el otro lado, esta noción suele contraponerse a la idea de democratización de los partidos que privilegia que los candidatos(as) se elijan sin estar limitados por algún tipo de cortapisa.
Como lo señala Aparicio, las diferentes concepciones sobre la democracia responden también a distintas nociones de igualdad: la “igualdad de oportunidades“ frente a la “igualdad de resultados”. De acuerdo a la primera, basta con que las mujeres tengan derecho a votar y ser votadas para tener una representación más equitativa. En contraste, para la segunda, las dificultades y barreras con las que se topan las mujeres sólo pueden contrarrestarse con medidas, que, como las cuotas, les aseguran lugares a los cuales no podrían acceder de otra forma.
Por el bien de hombres y mujeres, es necesario saldar la brecha entre estas dos concepciones para que la mayor participación de estas últimas sea vivida como un índice de mejoría de la sociedad en general y no se presente como una “guerra entre los sexos”. Independientemente de las relaciones entre el discurso y lo que ocurre en la realidad , preocupa que el sistema de cuotas sea presentado como un obstáculo para la desconcentración del poder de las cúpulas partidarias y que, para asegurar la equidad de género, sean éstas o los “hombres desplazados” los que acaben decidiendo quiénes sean sus candidatas.
Creo que es más complicado, estimada Gina. Te dejo un cuadernillo del mismo tribunal que escribí al respecto.
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José Antonio Aguilar