Discurso en premio Maria Lavalle Urbina 2005
Palabras de la recipiendaria doctora Gina Zabludovsky Kuper
Estimados miembros del presídium, integrantes, compañeras y compañeros, estimados asistentes:
La distinción que hoy recibo es especialmente significativa para mí ya que tuve la oportunidad de conocer a Maria Lavalle Urbina en mi primer trabajo en la Secretaría de Educación Pública, cuando ella era subsecretaria y yo era estudiante de los primeros semestres de la carrera. El papel de esta mujer que llegó a presidir el Senado hace 40 años y participó tan activamente en la vida social y política del país resulta notable, sobre todo si se tiene en cuenta que, como lo han mostrado las investigaciones que he realizado durante los últimos años, en México como en otras partes del mundo, el porcentaje de mujeres en los cargos de representación de dirección es aún muy bajo y todavía se enfrentan a serios obstáculos para el ejercicio de la autoridad.
Agradezco de forma especial a la Alianza de Mujeres de México, al jurado calificador del premio y a la Secretaría de Relaciones Exteriores que hoy nos recibe, agradezco también a las instituciones que apoyaron mi candidatura: al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a la coordinación de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa y a la dirección de la revista Estudios Sociológicos de El Colegio de México.
Mis trabajos de investigación y docencia no se podrían haber desarrollado si no contase con las condiciones adecuadas. En este sentido quiero expresar mi agradecimiento a la UNAM, institución el que ya cumplí más de 25 años, realmente soy parte del inventario, y que me ha proporcionado el ambiente de respeto y pluralidad, que resulta esencial para un desarrollo creativo de la investigación y la docencia. A mis compañeros y compañeras de trabajo, a los estudiantes, becarios, y becarias involucrados en los proyectos que coordino y que se han encargado de sacar adelante las tareas colectivas. Asimismo, sobre todo en el caso de las investigaciones sobre empresarias y ejecutivas, reconozco a todas aquellas que en forma desinteresada respondieron cuestionarios que han sido fundamentales para la obtención de datos sobre un tema que había sido muy poco estudiado.
Quiero aprovechar este foro para destacar la importancia del fomento y apoyo a las actividades científicas que desafortunadamente en nuestro país siguen siendo poco valoradas. En la sociedad de conocimiento actual, las ciencias son uno de los principales motores del cambio aunque sus aplicaciones no siempre puedan mostrarse a corto plazo. Es necesario de manera prioritaria asignar un creciente número de recursos a las ciencias, tratar de evitar la fuga de cerebros, intensificar los programas para que los jóvenes de nuestro país las consideren como opciones vocacionales viables, y llevar a cabo las campañas necesarias para que la sociedad en su conjunto aprecie la importancia que su desarrollo tiene pare nuestro país.
Dentro de las diferentes áreas científicas, por sus propias características de las ciencias sociales se encuentran aún menos valoradas ya que se les considera como disciplinas poco exactas que, en la medida que no requieren de telescopios o reactores, tampoco necesitan demasiados recursos presupuestales, no tomándose a menudo en cuenta los costos, por ejemplo, de la aplicación de una encuesta a nivel nacional o la importancia de comparar los hallazgos sobre la realidad mexicana con lo que ocurre en otros países.
Para lograr estas tareas es necesario fortalecer los vínculos entre el sector privado, las instituciones gubernamentales, los organismos internacionales, las asociaciones civiles y los centros de investigación y docencia del país.
En lo que se refiere a las instancias involucradas en este premio, por sus propias características, es evidente que el papel de la Secretaria de Educación Pública y de la UNAM es fundamental ya que tienen a su cargo el impulso de estas tareas. En cuanto al Instituto Nacional de las Mujeres, las diversas investigaciones sobre cuestiones de género—cuya importancia es cada vez más relevante en nuestras universidades—arrojan datos que pueden incidir claramente en la planeación de diferentes medidas para lograr una mayor equidad.
En el caso de las Secretaría de Relaciones Exteriores que hoy nos acoge, y a riesgo de que se me interprete como poco agradecida y un tanto impertinente por introducir sugerencias que nadie me ha pedido, quiero señalar la importancia que tendría, por ejemplo, fortalecer la vinculación institucional entre las embajadas y representaciones diplomáticas y los académicos y académicas que llevan a cabo periodos sabáticos, estancias de investigación y asistencias a congresos en otros países. Me parece que por lo general, las relaciones que se establecen tienen un carácter particular y aleatorio, y que en la mayoría de los casos, como otros mexicanos que están en el exterior, los científicos y científicas sólo acuden a su embajada cuando tienen un problema serio o cuando asisten a festejar el Grito del 15 de septiembre. Sin necesidad de canalizar recursos extras, esta coordinación tendría beneficios para ambas partes, ya que Relaciones Exteriores podría facilitarle al científico el contacto con otros especialistas que estén interesados en su trabajo, organizar conferencias para que se den a conocer sus estudios en el exterior a un público más amplio y presentar así a México como un país en el que se desarrollan y privilegian actividades en el campo científico. En el caso de los investigadores de ciencias sociales, los académicos que pasan una estancia en el exterior podrían además de sus actividades programadas, dar pláticas sobre el aspecto de la realidad socioeconómica del país sobre el cual tienen un conocimiento especializado y enriquecer así la percepción que sobre México se tiene en el exterior.
Otra de las agrupaciones que está involucrada en este premio y que podría participar en este esfuerzo es la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras para poner al científico en contacto con las contrapartes de esta asociación en el exterior y dar a conocer en la prensa internacional lo que se está haciendo en México.
Creo que en este sentido sería muy positivo que las diferentes instituciones académicas y los medios de comunicación hiciesen un esfuerzo para lograr una mayor difusión de las ciencias, para que la población en general conozca los proyectos que se realizan en nuestros diferentes institutos y centros de educación superior. En ellos, muchas veces de manera casi silenciosa, y difundidos únicamente en el ámbito de las publicaciones especializadas, se hace aportaciones relevantes para comprender la realidad de nuestro país.
En esta época tan importante para la vida política nacional, donde hemos avanzado tanto en nuestras instituciones democráticas, pero donde aún falta tanto por hacer, las contribuciones en la ciencia política y otras disciplinas sociales tienen un papel fundamental. Sin duda la academia tendría mucho que decir ante la eminente necesidad de llevar a acabo reformas institucionales que hoy más que nunca resultan imprescindibles como, por ejemplo, la conveniencia de lograr una mayor autonomía entre los poderes ejecutivos, las procuradurías y los ministerios públicos y la de reconsiderar el estatus jurídico-político de excepción que tiene el Distrito Federal.
De hecho tenemos un creciente número de foros en los cuales vemos reunidos a representantes gubernamentales, dirigentes de partidos políticos y académicos, asociaciones no gubernamentales y ciudadanos en general. Sin embargo hace falta intensificar estos lazos de tal forma en que se logre una comunicación constante. Hoy más que nunca la frase “conocer para decidir” tiene un sentido primordial.
Además de las investigaciones de corte empírico e histórico que permiten un mejor entendimiento de la realidad actual resulta también enriquecedor voltear la mirada hacia los clásicos de la Ciencia Política. Más allá de que se trata de autores tan vigentes, que seguimos discutiendo con ellos como si fueran nuestros contemporáneos, el rescate críticos de sus conceptos e ideas no es un mero ocio intelectual sino que resulta esencial para aclarar conceptos, tratar de llegar a un acuerdo o si no, por lo menos, entender nuestros desacuerdos.
No nos caería mal que nuestros dirigentes valoraran la importancia que el cultivo de las virtudes políticas tiene para lograr un liderazgo eficaz, como lo apuntara oportunamente Maquiavelo en el siglo XVI, tener presente la afirmación que hiciera Charles Fourier a principios del siglo XIX, en torno a que el avance de una sociedad se mide en relación con la participación que en ella tengan las mujeres, y recordar la afirmación de Carlos Marx en el sentido de que los seres humanos hacen su propia historia pero no la hacen en condiciones escogidas por ellos.
En cuanto a la separación de poderes, nunca está de más recordar a Montesquieu quien a mediados de siglo XVII ya observaba que la seguridad es la primera forma de libertad. Al respecto, cabría recordar que a principios del siglo XX, Max Weber advertiría de los riesgos que se generan cuando el Estado pierde la capacidad reejercer el monopolio de la violencia física legítima que lo s define, y nos recordara además que , a diferencia de las dominaciones tradicionales o carismáticas, patrimoniales o mesiánicas, en un régimen moderno la legitimidad y aplicación general y no discrecional de la ley iban de la mano. En este sentido es importante también recordar las ideas de su contemporáneo el sociólogo francés Emile Durkheim quien destaca la trascendencia del derecho y las normas compartidas para que se pueda vivir en una sociedad en la cual prevalezcan los acuerdos y el consenso.
Asimismo, quiero destacar la relevancia de Alexis de Tocqueville—cuya obra clásica La democracia en América cumple este año su 170 aniversario—y quien, con un ojo crítico, denuncia los problemas con los que se encuentran las minorías para hacer oír su voz en una democracia, nos advierte que ésta pueda llegar a convertirse en una tiranía de la mayoría, observaba el terrible efecto que puede tener la arbitrariedad de los legisladores, y nos da pautas para preguntarnos si la democracia sólo debe ser entendida como un tipo de gobierno o si también es ante todo una forma de vida.
Junto con estos autores, debemos incorporar desde luego nuestros propios clásicos que no son pocos, tenemos así la riqueza de Lorenzo de Zavala que escribió un libro poco conocido sobre Estados Unidos un año antes de que apareciera el de Tocqueville, a los otros grandes penadores del siglo XIX, como José María Luis Mora, Mariano Otero e Ignacio Ramírez por mencionar sólo algunos. En el siglo XX nos beneficiamos también de la herencia de otros pensadores de la tradición hispanoamericana que han dejado un importante legado para la reflexión contemporánea y cuyos nombres no mencionaré en esta ocasión para no correr el riesgo de omisiones que serían inevitables en un discurso tan acotado.
Por otra parte y en relación con estos autores que tanto me han acompañado, quiero agradecer a mi esposo Salo, quien de forma tolerante y librando cualquier posible manifestación de celos ha aprendido a convivir y compartir el lecho matrimonial con mis favoritos en turno y con el tono bromista que los caracteriza, y sabedor de que mis pasiones intelectuales no me abandonan en las noches, me pregunta ¿Con quién nos toca dormir hoy? ¿Cuál de tus fantasmas duerme con nosotros, José Medina Echevearría, Isaiah Berlin o Norbert Elías?
En este sentido, a partir de mis propias investigaciones, he aprendido que las mujeres profesionistas—y de una forma creciente espero que también los hombres—no limitamos la noción del éxito a las satisfacciones y reconocimientos que podamos obtener en nuestra carrera, sino que tenemos una visión más orientada al equilibrio de nuestra vida profesional y afectiva. Quiero agradecer a las personas que me acompañan en este camino, nuevamente a a Salo que, además de su sentido del humor, ha inyectado optimismo, sabiduría y cariño a nuestras vidas, a mis hijos Alan y Jonathan quienes han aprendido a convivir con una mamá que les da los buenos días en forma distraída, porque desde la madrugada está concentrada en la redacción de los trabajos en turno y que, además, como si fuera poco, resta horas a las destinadas al entretenimiento en los viajes familiares para poder dedicarlas a sus proyectos académicos. A Alinka mi mamá que es un ejemplo de fortaleza y de entrega a las personas que tenemos la suerte de estar cerca de ella, y que de manera continua pone aceites y lubricante en nuestros motores, a la memoria de mi palle que falleció hace dos años y en quien tuve un ejemplo de creatividad, persistencia y entrega apasionada al trabajo, a mis hermanos Jaime y Moisés cuyo afecto y compañía ha sido siempre importante, así como a todas, otros familiares amigos, compañeros, compañeras y colegas que hoy me acompañan.
Muchas gracias,
México DF a 27 de abril 2005