En México: memoria y tolerancia

 

Publicado en «La Silla Rota» el 9 de Diciembre, 2010
para que pueda ser he de ser otro
salir de mi, buscarme entre los otros
los otros que no son si yo no existo
los otros que me dan plena existencia

La ciudad de México cuenta ahora con el museo y centro educativo que todos (a) necesitábamos.
Construido en Avenida Juárez, junto a la Secretaría de Relaciones Exteriores, el museo Memoria y Tolerancia abrió sus puertas en octubre de este año, para que los visitantes tengamos conocimiento de los exterminios masivos que se han dado a partir de los inicios del S  XX y que muestran la peor cara de la historia de la humanidad.
En el recinto se explican los rasgos específicos del genocidio y se muestra cómo este ha sido perpetrado en diversas circunstancias históricas cuando se ha buscado aniquilar a una población por el simple hecho de pertenecer a una determinado grupo étnico, cultural, o religioso.
La exhibición, con un montaje moderno basado primordialmente en imágenes, empieza con el genocidio de los armenios, considerado como el primero del S XX y después continua con una amplia sección sobre el Holocausto que por sus dimensiones constituye el mayor genocidio Hacia el final de esta parte también se nos muestran los casos de Ruanda, la ex Yugoeslavia (Srebrenica), Guatemala, Camboya y Darfur.
Además de la documentada información que explica y contextualiza estos hechos atroces, la exhibición tiene el acierto de no dejar que el espectador salga únicamente con una comprensible carga de pesares y lamentos.
Por el contrario, el museo busca generar una actitud de introspección y encaminarnos a cambiar nuestros prejuicios y conductas. Como su título lo dice, la muestra comprende una magnífica segunda sección (que incluye una exhibición sobre la importancia de la diversidad en México) en lacual se destaca la relevancia de la tolerancia como valor fundamental para la convivencia humana . Considerando que, del conocimiento del pasado se deben derivar las acciones sociales en el presente y una proyección hacia el futuro, la exhibición se propone   fomentar la tolerancia mediante la conciencia y los cambios en nuestras propias responsabilidades y actitudes. Seguramente por su calidad, este nuevo espacio histórico y cultural cumplirá con sus objetivos y se convertirá en un punto de referencia no sólo en México y en América Latina sino también otras partes del mundo.
Pero más allá de su posible proyección internacional, cuando afirmo que este es el museo que necesitábamos, me refiero primordialmente a los efectos que, espero, pueda llegar a tener entre los propios habitantes de nuestro país que, en términos generales, no le hemos dado la debida importancia a estas matanzas que constituyen el aspecto más execrable de la historia de la humanidad. Conocemos poco, muy poco sobre ellas. Lo que sabemos del Holocausto a menudo se debe más a las películas que a lo que nos han enseñado desde niños. En la primarias y secundarias de México, y aún en las preparatorias y en las universidades, podemos aprender historia universal sin mencionar a los genocidios o haciéndolo de forma tangencial. Incluso en las escuelas y facultades especializadas en ciencias políticas y sociales en el país, hemos dado muy poco seguimiento a estos terribles hechos.
Yo me pregunto, ¿cuántas manifestaciones y desplegados, cuántos eventos ha habido en México para difundir lo que ha pasado en Darfur y protestar por las víctimas? Parece más bien que nos sentimos lejanos, demasiado lejanos y sin responsabilidad alguna. Los diversos periodistas, académicos, comentaristas o activistas hablamos de ello muy de vez en cuando, como si los muertos fueran “habitantes de otro mundo”.
Lejos de ser específicas de los mexicanos(as) estas actitudes han sido bastante comunes. El propio museo muestra que mientras millones eran exterminados en las cámaras de gas del nazismo, la mayoría de las personas en el mundo continuaban en sus actividades cotidianas como si nada estuviera pasando. No repitamos estas actitudes. Si entonces se podría pretender no saber lo que pasaba, ahora de ninguna forma podemos utilizar esta débil excusa, sobre todo cuando los modernos medios globales de comunicación nos ponen la información al alcance de la mano.
Después de todo, también son varios los mexicanos que se han destacado por su lucha a favor de la tolerancia y el propio museo los reconoce. Por eso, de forma por demás atinada, en una de sus paredes se encuentra la selección de “Piedra de Sol” de Octavio Paz con la que empiezo este artículo y en otra más se ha colocado un vidrio hacia al exterior estratégicamente situado como encuadre del lema “El derecho al respeto ajeno es la paz”, colocado en el monumento a Benito Juárez ubicado en la acera de enfrente. ginazk@gmail.com
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