Academia y periodismo: La importancia de las tareas de difusión en ciencias sociales Gina Zabludovsky Kuper
Academia y periodismo: La importancia de las tareas de difusión en ciencias sociales
Gina Zabludovsky Kuper
9 mayo, 2013
¿Cómo lograr que nuestras investigaciones en ciencias sociales tengan un impacto que rebase el ámbito de los especialistas? ¿Qué papel deben de jugar las instituciones y los medios en este proceso? ¿Cuáles son las diferencias entre las ciencias sociales y las naturales en las formas de difusión del conocimiento?
Las anteriores inquietudes, que me acompañan hace un buen tiempo, se intensificaron a partir de la lectura de una nota publicada por la Gaceta UNAM a principios de mayo de este año, donde se daba a conocer la instauración del Primer Taller Jack F Early de Periodismo Científico. Dedicado fundamentalmente a cubrir los asuntos relacionados con el medio ambiente, este proyecto se llevará a cabo en el Instituto de Biología con el objetivo de capacitar a un grupo de reporteros y acercarlos a los generadores de conocimiento. Se pretende asegurar que estos periodistas establezcan vínculos con los investigadores y catedráticos más reconocidos y tengan una fuente de información continua que puedan divulgar tanto en México como en otros países de habla hispana asegurando que la cobertura en los distintos medios (como prensa, radio y televisión) se lleve a cabo con un lenguaje que pueda ser accesible a los grandes públicos sin perder el grado de precisión y de responsabilidad adecuada en el manejo la información.
La idea me pareció estupenda y creo que es un ejemplo que debiera ser replicable en todo un conjunto de centros de investigación y universidades y que, desde luego también debería de involucrar a las ciencias sociales. Me parece que hemos dejado a un lado, la importancia de la difusión de los avances y resultados de los estudios que se llevan a cabo en nuestras disciplinas.
Con excepción de aquellos investigadores(as) que también tienen una columna como comentaristas en la prensa o en los medios electrónicos, nos encontramos que en términos generales, nuestro trabajo no se da a conocer en el ámbito de la opinión pública. Los(as) universitarios(as) estamos tan ocupados y presionados por publicar en revistas especializadas que no tenemos el tiempo de hacerlo en otros medios. Esto, desde luego, tiene una estrecha relación con los diversos mecanismos de evaluación que, con criterios encajonados, tampoco jerarquizan estas labores.
Y es que, en la moderna sociedad de conocimiento, tanto la generación del mismo como su difusión en los medios resultan tareas prioritarias. Sólo así, la mayoría de la población puede llegar a entender, por ejemplo, que los recursos que se inyectan a universidades públicas van más allá de la importantísima labor de la docencia, ya que en ellas se lleva a cabo un proceso continuo de investigación al cual, en términos generales, no se le otorga el debido reconocimiento.
En este sentido, si bien es cierto que todo(as) debiéramos de estar de alguna forma involucrados(as) en lograr una forma de comunicación y un lenguaje que pueda ser más incluyente, pienso que estas tareas deben ser asumidas formalmente y de manera más permanente y activa, tanto por las instituciones donde trabajamos como por los otros organismos dedicados al financiamiento de las humanidades, la ciencia y la tecnología en nuestro país. Así, por ejemplo, considero que el Sistema Nacional de Investigadores y la dirección de proyectos de CONACYT podrían llevar a cabo un esfuerzo adicional para dar a conocer aquella información no confidencial que es muy rica y que ya existe en sus archivos.
Algunos de los temas en los que los académicos(as) trabajamos podrían vincularse, de forma constante a las noticias y acontecimientos del día a día. ¿No sería bueno, por ejemplo, que una nota sobre incendios y talas de bosques fuera acompañada de la opinión de un ecologista? ¿No sería mucho más rica la forma de informar si las noticias sobre la educación y los sindicatos de maestros(as) pudieran ser acompañadas de algún informe o resultado de las investigaciones que se están llevando a cabo en estos tópicos? ¿No sería bueno que a los análisis sobre lo que está ocurriendo en Corea del Norte se añadieran los conocimientos producidos en el Centro de Estudios de Asia de El Colegio de México? ¿No sería deseable que las noticias sobre las migraciones y los problemas de los mexicanos indocumentados en Estados Unidos se acompañaran del conocimiento que se genera en El Colegio de la Frontera Norte? ¿Cómo hacer que a las proyecciones sobre la agenda de Obama en su visita en México se incorporaran los conocimientos que se producen de forma cotidiana en el Centro de Investigación de América del Norte que se tiene en la UNAM?
Sin duda, tanto el periodismo como la academia podrían encontrar una colaboración muy productiva si descubrieran las formas de transitar conjuntamente, de manera ágil y precisa, por los caminos de la difusión y de la generación del conocimiento.