Las voces de la marcha por la paz

Originalmente publicado en http://www.lasillarota.com (13 de mayo de 2011)

“Ahora ya tenemos voz”

Grito en la Plaza de la Constitución

          El domingo 8 de mayo, asistí, como tantos otros ciudadanos, a la  Marcha  por la Paz. Llegué al zócalo unas dos horas antes de los marchistas, en el momento en que se echaban a volar una gran cantidad de globos blancos, como metáfora de las 40,000 personas asesinadas y desaparecidas.
Después de esto me tocó escuchar a varias personas que habían perdido a sus familiares. Como la mayoría de los medos han difundido las palabras de Javier Sicilia y el Acuerdo Nacional, este artículo está dedicado a los que hablaron antes de que él llegara. Sus experiencias han sido tan duras, que perderían su fuerza resumiéndolas o agregándoles una opinión mía, por lo cual en esta columna respetaré sus voces y , a ( riesgo de parecer ingenua) tampoco me  meteré en el debate posterior sobre los  “verdaderos fines” y los alcances de la manifestación. Muchas veces, los testimonios personalizados impactan más que las cifras de miles y miles de muertos.
Hablaron los habitantes de Morelos. Uno de ellos, expuso cómo su hijo de 25 años fue asesinado por un grupo de policías uniformados “Somos amantes de la paz, que nos escuchen las autoridades. Justicia. Justicia.” Otra más clamaba: “Mi primo Miguel Ángel Pérez era un defensor indígena de la comunidad de Santa Catarina que fue asesinado” y una voz de madre denunció “Mi hija, fue asesinada en el 2010 y el caso ya se ha archivado”“
Habló Cora “Mis primos fueron ultimados por el narcotráfico… Sé que hay 18,000 armas que se han comprado en Estados Unidos”. Habló una voz masculina: “Mi hermano fue desaparecido por altos militares porque se enteró del os vínculos de las fuerzas armadas con el narcotráfico… Cuando nosotros hemos tratado de combatir la impunidad, ellos abiertamente nos responden que no es bueno saber mucho”
.              Escuché a tres personas de Guerrero. El señor Molet   “hace ocho meses desapareció mi hija que era estudiante de arquitectura de la UNAM. Desde entonces hemos hablado con la policía y todas las personas.   No sabemos nada. Mi hija no tenía por qué haberse ido. Estoy encabronado de tener que enfrentarme a los políticos. Quiero exigirle al gobierno que me regrese a mi hija “. El discurso de una madre “Mi hija, licenciada en Derecho, iba a trabajar a Durango cuando desapareció junto con sus compañeros. Las palabras de un hombre: “Hace quince  años las comunidades indígenas vivieron una ola de violencia inconcebible. Hoy, hay una policía comunal que nos defiende… Estamos al borde del abismo. Esta es la plaza del dolor”
También se oyeron las voces desgarradas de varias madres de otros estados de la república.   De Guadalajara: “Violaron a mi hija que es invidente y discapacitada. Hacer justicia”. De la ciudad de México “Mataron a mi hijo grafitero. En sus cosas encontré su poesía. Mi hijo se murió, mi corazón igual. En cada esquina en la calle, en cada familia de México, tenemos un muerto”.   De Puebla: “Mi hijo era presidente de la Asociación de Alumnos de la Universidad, tiene ya un año de secuestro”   De Chihuahua: “Vengo desde el norte de la República. Estoy aquí reivindicando tu nombre y tu poca existencia. . No más inocentes. ¡ Ya basta!”.
Y  las voces de los migrantes: “No saben la trata que nos dan en el Sur de Chiapas nos tratan como delincuentes. Estamos hasta la madre de que nos peguen. Hemos venido del Rio Suchiate. Gracias a los representantes de Derechos Humanos que nos han protegido, no nos ha ido peor. Venimos a trabajar. Hace poco a cinco compañeros los agarraron y les dieron cinco balazos”
Una voz de Zamora denunció los asesinatos de dos periodistas que “no regresan desde el 11 de noviembre de 2009”. Una   representantes un grupo de lesbianas compartió su indignación por el caso de  Quetzalcóatl, que recientemente fue asesinado en Guerrero debido   a su condición de homosexual.
También aprovecharon el foro  los hijos de los luchadores de los sesentas. Tania, que nunca  conoció a su padre porque murió cuando su madre estaba embarazada, clamó  “Los desaparecidos nos hacen falta a todos… Crecimos sin  padres…. Llevamos décadas hasta la madre. Siempre vamos a volver porque no olvidamos”
Después de todas estas voces, llegaron los contingentes de la marcha. Dos mujeres leyeron los planteamientos y demandas del movimiento. . . Cuando dieron a conocer   la lista de nombres de los asesinados o desaparecidos frente a los cuales se exige justicia, los asistentes a la marcha gritaban en coro ¡Todos, todos! y también “¡No están solos!” y un “¡Muera Calderón!“ que Sicilia vendría a acallar. ¡Que no muera, no queremos más muertos!
Luego, con Sicilia  y con David Huerta, el Zócalo se inundó de poesía y vibró al ritmo de los clamores de justicia para todos, y los cinco largos minutos  de silencio luctuoso. Para respetarlo, en su momento pensé no escribir nada hoy  y buscar otras alternativas como  reproducir en el espacio de mi columna  el famoso cuadro de desesperación de “ El grito “ de  Edvard Munch . También podría dejar el espacio vació y pintado de negó  o de blanco con un moño negro, algo similar a lo que hizo  Abel Quezada en Excélsior ante las muertes de estudiantes de 1968. Sin embargo en los portales electrónicos no es tan fácil manejar estos símbolos, y  además, las muertes y desapariciones en el México actual, se dan en forma tan cotidiana, que lo anterior equivaldría prácticamente a dejar de escribir.
MAS.- Sigue la crónica del horror: nuevas fosas comunes con decapitados en Durango. Pesar por la tragedia de los mineros. Habrá que seguir la nueva era de Cuba, las consecuencias de los resultados del plebiscito en Ecuador, y el  papel de Obama en el mundo post- Bin Laden.
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