Castigo divino
Publicado originalemente en EstePaís/México, Num 232, agosto de 2010, Cultura p. 11
Fantaseaba tener el agua de comarca como los peces, dormir plácidamente cual cocodrilo, deslizarse calculando las cercanías de alguna presa como la hacían las culebras, o estar cerca de las intrigas humanas a modo de algunos cuadrúpedos. Soñaba poder caminar, vivía frustrado por no sentir el calor de la tierra. Pero había violado los preceptos divinos y estaba condenado. Aunque nadie lo sabía, él había sido el otro aliado de Eva, y, tras comer la fruta prohibida, nunca podría anclarse. Contemplaría el mundo desde lo alto y únicamente conseguiría desplazarse moviendo sus alas. Tendría que poner sus nidos en los árboles. La sentencia era eterna. Sus críos nacerían justo en el lugar de la tentación, para que él nunca olvidara su culpa.