«Eva» por Gina Zabludovsky
Eva
Eva mordió la manzana y, sorprendida, vio cómo de la fruta salió una serpiente y una ráfaga de aire que se dispersó en el cielo. ¿Quién eres? Soy tu cómplice, no deberías haberlo hecho, ahora estaremos condenadas. Me desataste a mí que penaré arrastrándome, pero lo peor es que liberaste también a Dios, una Voz masculina aterradora que ni siquiera nos comprende y, ahora derramará sus amenazas y podrá maniobrar a sus anchas desde las alturas.