Estudiantes y capitalinos frente a la Estela de Luz
Publicado originalmente en: http://www.lasillarota.com (2o de enero de 2012)
Con más de un año de retraso y tras varios escándalos relacionados con el respeto a los términos de la convocatoria, los altos costos y las denuncias por corrupción, finalmente el 7 de enero del presente año, se inauguró la Estela de Luz con lo que, un año y cuatro meses después, los festejos y conmemoraciones del Bicentenario parecen haber llegado a su fin.
Esta inauguración oficial se dio en un ambiente de críticas y manifestaciones ante una obra que los capitalinos no parecen considerar como suya. Como se sabe, las actitudes de rechazo frente a la Estela no son nuevas y parece que sólo se agravaron frente al conocimiento de los altos montos del proyecto y del aplazamiento de su terminación.
De hecho, en un sondeo a partir de la aplicación de cerca de 1,200 cuestionarios, que llevamos a cabo por la UNAM entre alumnos de licenciatura de universidades públicas y privadas y el resto de la población de la ciudad de México durante septiembre de 2010 (justo antes de los festejos), pudimos detectar en qué medida las reacciones de apatía o de oposición a la Estela de Luz estaban ya presentes.
Los resultados expresados los estudiantes son importantes ya que la realidad demográfica actual caracteriza a México como un país de jóvenes y además, en la medida en que los universitarios de hoy serán los futuros profesionistas, sus experiencias y opiniones pueden incidir de una forma particularmente importante en el futuro de México.
Al preguntarles sobre la relevancia de la Estela de Luz dentro de las acciones planeadas para conmemorar el Bicentenario, únicamente el 15% de los universitarios la consideraron “muy importante ” mientras que el 41% afirmaron que no tenía ninguna importancia (42% consideraron que era “algo importante”). Esta opinión fue aún más drástica entre el resto de la población de la zona metropolitana de la ciudad de México ya que sólo un 7% consideró a la Estela como “ muy importante” y los índices de “nada importante“ llegaron al 49% ”.
De hecho, con excepción de la exhumación de los héroes de la Independencia ( a la cual sólo el 7% de los estudiantes consideraron “ muy importante”), la construcción de la Estela de Luz fue uno de los proyectos con menor índice de consentimiento . Como contraste, la construcción del drenaje profundo de la ciudad de México obtuvo la puntuación más positiva ya que el 65% de los estudiantes y el 74% de la población en general lo consideraron “muy importante.
Desde luego, como es de esperarse, los porcentajes de aprobación presentaron fuertes variaciones en relación a la carrera. No es demasiado sorprendente que los máximos índices de consentimientos con la idea de poner en marcha este proyecto se encontraran entre los estudiantes de arquitectura y diseño (donde casi el 50% la consideran como “muy importante”) mientras que los menores grados de aprobación se manifestaron en las especialidades de medicina y ciencias de la salud. (con sólo con un 8%).
Por otro lado, el índice de conformidad con la Estela fue mayor entre los alumnos de universidades privadas donde las respuestas de tiene “ muchas importancia “ alcanzaron el 19% en comparación con los de universidades públicas donde este porcentaje apenas llegó al 12% Dentro de las primeras, el mayor grados de aprobación lo encontramos en la Universidad Anáhuac donde los que respondieron que era “ muy importante” alcanzaron un 30% Como contrapartida , entre los estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, sólo el 3% la calificó como “ muy importante».
Así, como resulta evidente, la opinión hacia la Estela y otras acciones vinculadas con las conmemoraciones no sólo debe leerse como una juicio frente al hecho en concreto sino como una manifestación de los índices de inconformidad con el país que se expresa de forma diferenciada entre los jóvenes con distintos perfiles y clases sociales.
Sin embargo, más allá de las diferencias, lo que los datos muestran es que, tanto entre los estudiantes como entre la población en general, las construcciones lucidoras y radiantes que buscan transformarse en íconos de un sexenio no siempre se traducen en una mayor aprobación de nuestros gobernantes. Por el contrario, ahora los ciudadanos están dando una jerarquía mayor a obras como el drenaje profundo que benefician el funcionamiento cotidiano de la ciudad.
En este sentido, nuestros políticos pueden llevarlas a cabo con la tranquilidad de que, aunque parezcan invisibles y opacas, en la práctica estas pueden repercutir más en sus índices de popularidad.