Microempresa en México

“Microempresa en México”,
 por Gina Zabludovsky,
publicado originalmente en Periódico Excélsior,
México, lunes 12 de junio, 2000, p. 6

En las últimas semanas hemos sido testigos de cómo los diferentes candidatos presidenciales han reconocido que la microempresa en México se encuentra ya ante una multiplicidad de obstáculos y han prometido incorporar a sus plataformas de gobierno, distintas medidas para fomentarlas y permitir su sobrevivencia. En virtud de los tiempos difíciles en los que han tenido que operar estas unidades económicas, es sin duda importante que se incorporen medidas específicamente dirigidas a ellas tales como créditos accesibles, programas de capacitación, enlace con los proyectos tecnológicos que se llevan a cabo en las sedes de investigación del país, etcétera. Lo anterior resulta sumamente importante, ya que a pesar de los obstáculos con los que se han enfrentado los microempresarios piensan seguir dentro de su misma actividad.
La mayoría de ellos no planean buscar otro trabajo ni tampoco pretende emplearse como asalariado. Según los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Micronegocios ―Enamin― levantada por el INEGI en 1996, sólo 10% de los entrevistados piensa buscar otro tipo de actividad.
Otro dato interesante es que pese a las cambiantes situaciones nacionales y mundiales, los microempresarios (as) no parecen tener planes de incorporar cambios significativos en la dinámica de sus empresas. La encuesta muestra que en lo que respecta a sus expectativas, 68% de los empresarios planea continuar en su negocio sin cambios importantes.
Sin embargo, como es entendible, los proyectos de realizar cambios están estrechamente vinculados con la edad. Los propietarios más jóvenes planean llevar a cabo un mayor número de transformaciones en sus empresas.
Las expectativas sobre las transformaciones futuras también varían en relación con el sexo. Entre las empresas de mujeres el porcentaje de las que señalan que no pretenden llevar a cabo ningún cambio llega al 71%. Esta situación explica por una diversidad de causas que yo he encontrado en mis propias investigaciones sobre mujeres empresarias en México y que tiene que ver con factores como lo son: la doble jornada de las mujeres, sus dificultades para acceder al crédito, su exclusión de círculos empresariales masculinos, etcétera.
Ahora bien, si nos dedicamos a analizar las actitudes de los empresarios (as) que sí tienen planeados realizar cambios nos encontramos que lo más importante es la realización de nuevas inversiones y ampliar las líneas de sus productos. Como contrapartida, son muy pocos los que piensan aumentar el número de trabajadores. Las respuestas dan la impresión que un gran número de ellos piensa desarrollarse más dentro del autoempleo que como empleador.
Esta información nos permite apreciar que, en lo que a expectativas se refiere, la microempresa en México constituye una importante fuente de estabilidad. Si bien es cierto que este es un factor positivo, el microempresario tendrá que ser capaz de equilibrar su tradicional permanencia en su empresa con su posibilidad de transformación.
Las distintas políticas gubernamentales de apoyo a la  microempresa tendrán que planear cómo conciliar los factores tradicionales de estabilidad con la posibilidad de cambio y simultáneamente ver la forma de poder incorporar las medidas de apoyo general hacia la misma con características específicas de los distintos grupos poblacionales que la constituyen.
Quizá sería más conveniente incorporar algunas medidas diferenciadas para los jóvenes empresarios y los que ya están más establecidos, para poder promover el crecimiento de las empresas de mujeres, y para incentivar a los microempresarios (as) para que puedan constituir en importantes fuentes de empleo propiciando la incorporación de nuevos trabajadores (as) asalariados dentro de las empresas.
Cualesquiera que sean las opciones para instaurar los prometidos apoyos, éstos deberían hacerse con base en una discusión sobre las estrategias más adecuadas que puedan partir de un diagnóstico de nuestra realidad a partir de los datos existentes en las diferentes encuestas y censos económicos del país y de la generación de nuevas bases de datos que pueden darnos una mayor precisión sobre el mundo empresarial en México.

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