En el Día Internacional del Libro ¿Podrán sobrevivir las librerías?
Originalmente publicado en http://www.lasillarota.com (28 de abril de 2011)
El pasado 23 de abril se conmemoró el Día Internacional del Libro por lo cual conviene reflexionar qué significado tiene esta fecha ante lo que se ha anunciado como la posible extinción del libro en su modalidad impresa ¿Cuál será el futuro de las librerías en este contexto?
Esta pregunta adquiere especial pertinencia ante la bancarrota de Borders la cadena de –mega- tiendas que, junto con su competidora Barnes and Noble, a finales del siglo pasado, sacaron a las pequeñas librerías del mercado de Estados Unidos. A mí me tocó ver esa transformación ya que, en mis viajes a Nueva York, era una asidua visitante de la acogedora librería Books and Company, (en el norte de Madison Avenue) y que cerraría sus puertas en 1997 ante la imposibilidad de enfrentar la nueva competencia. Los lectores(as) que quieran familiarizarse con esta transición pueden ver la película “Tienes un e.mail” (You’ve got e.mal, 1998)) que trata del romance entre rivales, Meg Ryan, en el papel de propietaria de una pequeña librería de cuentos infantiles, y Tom Hanks protagonizando al hijo del dueño de grandes tiendas que vendrá a desplazarla.
La cadena Borders, que fue iniciada en 1971 por dos hermanos de Michigan. y en el 2005, tenía 1329 librerías en cincuenta estados de EU. En el mismo año, su competidora Barnes and Nobel contaba con 717. En febrero de 2011 Borders se declaró en Chapter 11 y a partir de entonces ha cerrado doscientas librerías a lo largo del país. Para entender la repercusión de lo que esto significa en términos locales, basta mencionar que en el área de San Francisco se cerrarán por lo menos nueve, en Chicago cinco y en Manhattan tres. Por su parte Barnes and Noble está intentando mantenerse en el mercado, ya tiene un sistema de distribución de libros electrónicos tipo Amazon y, ante la falta de competencia quizá podrá operar más holgadamente y, como lo ha hecho hasta ahora, instalar varias de sus tiendas en las universidades para tener asegurada la venta de libros de texto. Este fenómeno no es específico de las librerías sino que desde luego incluye a las tiendas de discos como Virgin Megastores que también nació en 1971 y que ha tenido que cerrar varias sucursales recientemente.
En México, la situación es muy diferente y el mercado es mucho más reducido. A diferencia de lo que ocurrió con las grandes papelerías (tipo Office Depot y Office-Max) por cuestiones que probablemente estén relacionadas con el idioma y los bajos índices de lectura recientemente no hemos tenido cadenas semejantes a estos dos grandes gigantes estadounidenses ni tampoco sé de nuevos y pequeños locales que permitan una atención personalizada. Sin embargo, no hay que olvidar que a través de las primeras Librerías de Cristal , en nuestro país fuimos pioneros en la instalación de extensas librerías, y hoy, afortunadamente en la ciudad de México (pero no en el resto de la república) tenemos librerías privadas que tienen varias sucursales (como Ghandi, El Sótano o Porrúa) . Además ahora contamos, con las cadenas de atractivas librerías que acertadamente han sido abiertas por el gobierno (a través del Fondo de Cultura Económica y Educal). Y desde luego, tenemos Sanborns donde podemos encontrar un limitado número de libros (a menudo sólo son los más vendidos),y si queremos extendernos se puede mencionar algunos supermercados donde frecuentemente únicamente se encuentran libros de autoayuda.
¿Qué hacer frente a la nueva realidad? Resulta evidente que, ante la creciente importancia de los e-books y la distribución electrónica de los libros no podemos aferrarnos al pasado. Sin embargo, también es cierto que, aunque en menor cantidad, los libros impresos se siguen publicando. Quizá lo más adecuado sería idear e instrumentar nuevos conceptos. ¿No se podría por ejemplo impulsar un tipo de librería que tenga una oferta variada (tanto a editoriales independientes como a universitarias y comerciales) y que a la vez sean verdaderos centros culturales donde se ofrezcan servicios de computación, clases de nuevas tecnologías ( especialmente para adultos) , talleres de música, literatura o pintura para todas las edades, , cursos de fotografía, obras de teatro, clases y comercialización de artesanías, venta de instrumentos y partituras musicales, conciertos, tertulias filosóficas y políticas, salas de cine, ludotecas, exposiciones y subastas de obras de de arte, papelerías, y cafeterías y/o restaurantes. ¿No sería posible canalizar algunos apoyos gubernamentales para empresarios (as) culturales que quieran fomentar este tipo de obras?
Me pregunto cómo les irá a librerías como la de El Péndulo que ofrecen un poco de esto pero bajo un esquema limitado que solo llega a ciertos sectores de las clases medias de nuestra ciudad. ¿No podríamos poner en marcha modelos similares pero más ampliados tanto en sus productos y servicios como en sus alcances en términos de zonas del país y diversidad de sectores sociales? ¿No sería posible que pusieran en práctica esta idea también en Estados Unidos donde lamentablemente, cada edificio de Borders está siendo remplazado, a pasos acelerados, por un shopping más de ropa o productos electrónicos? Quizá no estoy dando soluciones demasiado viables para un mundo regido por el mercado, pero finalmente, soñar no cuesta nada.
A propósito de estos temas, al viajero(a) bibliófilo(a) le recomiendo que, antes de que lo muden de lugar, visiten mi librería favorita en EUA: la Coop en la University of Chicago, un templo laico (situado en el sótano del Theological Seminar) que es lo más parecido a un laberinto borgeano.
MÁS. No encuentro palabras para expresar mi indignación ante el número de muertos encontrados en las fosas comunes Tamaulipas y Durango, y expreso mi beneplácito por la aprobación en el senado de las candidaturas independientes y la re-lección de alcaldes.